

Recordar el momento en que se festeja por la vida y la diversión en aquella reunión en casa de Violeta, justo después de haber compartido un hermoso momento con el que sería a futuro el mejor de sus amantes, Alfredo. Todos pensarían al escuchar esta melodía que nada más allá de la alegría existe, y sin embargo 'Brindisi' es solo una de tantas arias que forman parte de una historia que no tiene un final particularmente feliz. Será que la mejor conclusión a esto sea ver la vida en actos, despreocupándonos del próximo devenir, lo ignoro, pero no cabe duda que algo tiene de cierto.
El video que les presento es de una presentación realizada en el año de 2003 protagonizada por Plácido Domingo, acompañado de las sopranos Adriana Damato, Jennifer Check y Sabina Puertolas, de los tenores Giuseppe Gipali, Israel Lozano y Jesús García, y del baritono Mario Cassi.
-BRINDISI-
Alfredo:
Libiamo, libiamo ne'lieti calici
che la belleza infiora.
E la fuggevol ora s'inebrii
a voluttà.
Libiamo ne'dolci fremiti
che suscita l'amore,
poichè quell'ochio al core
Omnipotente va.
Libiamo, amore fra i calici
più caldi baci avrà.
All:
Ah, libiamo;
amor fra i calici
Più caldi baci avrà
Violetta:
Tra voi tra voi saprò dividere
il tempo mio giocondo;
Tutto è follia nel mondo
Ciò che non è piacer.
Godiam, fugace e rapido
e'il gaudio dell'amore,
e'un fior che nasce e muore,
ne più si può goder.
Godiam c'invita un fervido
accento lusighier.
All:
Godiam, la tazza e il cantico
la notte abbella e il riso;
in questo paradise
ne sopra il nuovo dì.
Violetta:
La vita è nel tripudio
Alfredo:
Quando non s'ami ancora.
Violetta:
Nol dite a chi l'ignora,
Alfredo:
e' il mio destin così ...
All:
Godiamo, la tazza e il cantico
la notte abbella e il riso;
in questo paradiso ne sopra il nuovo dì.
Libiamo, libiamo ne'lieti calici
che la belleza infiora.
E la fuggevol ora s'inebrii
a voluttà.
Libiamo ne'dolci fremiti
che suscita l'amore,
poichè quell'ochio al core
Omnipotente va.
Libiamo, amore fra i calici
più caldi baci avrà.
All:
Ah, libiamo;
amor fra i calici
Più caldi baci avrà
Violetta:
Tra voi tra voi saprò dividere
il tempo mio giocondo;
Tutto è follia nel mondo
Ciò che non è piacer.
Godiam, fugace e rapido
e'il gaudio dell'amore,
e'un fior che nasce e muore,
ne più si può goder.
Godiam c'invita un fervido
accento lusighier.
All:
Godiam, la tazza e il cantico
la notte abbella e il riso;
in questo paradise
ne sopra il nuovo dì.
Violetta:
La vita è nel tripudio
Alfredo:
Quando non s'ami ancora.
Violetta:
Nol dite a chi l'ignora,
Alfredo:
e' il mio destin così ...
All:
Godiamo, la tazza e il cantico
la notte abbella e il riso;
in questo paradiso ne sopra il nuovo dì.
-LA TRAVIATA-
La historia toma lugar en la ciudad de París a mediados del siglo XIX.
Acto I. El telón se alza mostrándo el lujoso salón de Violeta, en el que se está celebrando una fiesta. Violeta da la bienvenida a Flora y a otros amigos, entre los que se encuentra el barón Douphol, antiguo admirador de ella. Después entran Gastón y otro amigo llamado Alfredo, que es presentado a Violeta como alguien que la admira desde hace mucho tiempo. Violeta se muestra con él ligera, como de costumbre, pero en el fondo el joven le ha llmado la atención. Cuando Alfredo es requerido por los demás invitados para encabezar un brindis, Violeta se levanta y entona la segunda estrofa, a lo que el coro de invitados se les une con alegría.
Se oye música de baile procedente de un salón contiguo, por lo que los invitados se disponen a bailar, Violeta entonces sufre un ataque de tos pero pide a los presentes que vayan a bailar y no se preocupen, pero cuando se mira en un espejo y ve la palidez de su rostro, se da cuenta de que uno de sus invitados ha permanecido junto a ella, Alfredo que le confiesa a Violeta que la ama desde hace más de un año. Gastón llama a Violeta desde el salón contiguo y ella se despide tiernamente de Alfredo.
Regresan los invitados y se disponen a marcharse. Sola, Violeta piensa en Alfredo, preguntándese si el será el amor de su vida. Parece vislumbrar una vida nueva y diferente con él.
Acto II. Para este momento Alfredo y Violeta se han tratado al punto de que Alfredo ha logrado conquistarla, por lo que se instalan juntos en un hotelito cercano a París, en la campiña. Alfredo,
feliz canta: De miel bollenti spiriti" ("De mi espíritu fogoso"). Pero cuando entra Annina, la sirvienta de Violeta, le dice que ha estado en París, por encargo de su señora, vendiendo las alhajas de Violeta para pagar las deudas de la idílica vida que llevan los dos amantes. Alfredo, avergonzado, sale inmediatamente para París con el propósito de resolver la situación económica, que él desconocía.
Entra en escena Violeta, que ha recibido una carta de su amiga Flora invitándola a un baile que se celebrará esa misma noche en París. Llega ahora Giorgio Germont, padre de Alfredo, que viene con el intento de acabar con esa relación, sobre todo, porque cree que Violeta está arruinando a su hijo; pero descubre que, por el contrario, es Violeta la que está vendiendo todo lo que posee para mantener a los dos. Giorgio, no obstante, pide a Violeta que se sacrifique, renunciando a Alfredo, para no frustrarse el proyectado matrimonio de la hermana de Alfredo, y que la situación de su hijo es una desgracia para la familia. Así que le pide a Violeta que abandone a su hijo, pero que no le diga por qué lo hace. Ella, al principio, se niega a romper con su amado, pero finalmente, llena de tristeza acepta pidiendo a Germont que diga a su hija que alguien se ha sacrificado por su felicidad.
Violeta escribe una nota a Alfredo, en la que le dice que lo abandona, sin más explicaciones, de tal modo que él pueda pensar lo peor. Germont, cada vez más conmovido por la nobleza de espíritu de Violeta, la abraza como lo haría un padre, después se marcha.
Violeta llama a Annina, y está a punto de entregarle la nota para Alfredo, cuando aparece éste. Violeta le pide que la ame tan apasionadamente como ella le ama a él y se marcha. Alfredo no sabe lo que ha sucedido hasta que un mensajero le hace entrega de una carta en la que Violeta le dice que lo abandona. Lleno de angustia, ve entrar a su padre, que intenta consolarlo y le propone que regrese con él a casa, pero Alfredo sospecha que Violeta se ha marchado con Douphol, su antiguo admirador. Y al ver la carta que Flora envió a Violeta, decide ir a la fiesta, encontrarse con Violeta y tomar venganza.
Al llegar a la fiesta de máscaras en casa de Flora, la cual por cierto está en pleno apogeo, se observan los cómicos disfraces de los invitados, algunos de toreros, otros de gitanos, mientras suena una música apropiada a estos disfraces. De repente entra Alfredo y se une a un grupo de jugadores de cartas. Aparece Violeta, del brazo del barón Douphol. Alfredo, que está ganando en el juego, hace alusiones insultantes que no pueden referirse sino a Violeta. Se produce una gran tensión entre Alfredo y el barón y el duelo parece inevitable.
Sola con Alfredo, Violeta le pide que la deje, por la propia conveniencia de él. Esto hace aumentar la furia de Alfredo, que alcanza su punto culminante cuando ella le dice - sin revelarle la verdad de lo ocurrido - que ama al barón. Alfredo llama a los invitados, insulta a Violeta y les hace testigos -lanzando a Violeta una bolsa con dinero - de que ha pagado totalmente su deuda con ella. Mientras todos los invitados se muestran indignados por la conducta de Alfredo, entra Giorgio Germont y descalifica la acción de su hijo. En el concertante final se oye a la desdichada Violeta afirmando que sigue enamorada de Alfredo.
Acto III. Violeta vive sola con su fiel Annina; está gravemente enferma y apenas tiene dinero para sobrevivir. Se encuentra en cama cuando, muy de mañana, recibe la visita del médico que tranquiliza a la enferma, pero confiesa a Annina que le quedan muy pocas horas de vida.
Se marcha Annina y Violeta vuelve a leer la carta que ha recibido del padre de Alfredo en la que le dice que ha revelado a su hijo el sacrificio de su amada y que Alfredo se ha puesto en camino para pedir perdón a Violeta. Mientras lee la carta, la orquesta interpreta la melodía de la canción con la que Alfredo se declaró al final del primer acto. Ella lamenta su enfermedad y recuerda los bellos momentos del pasado ("Addio, del pasato bei sogni ridenti").
Por la ventana se escucha el bullicio del carnaval, que se celebra en la calle. Vuelve Annina y da entrada a un visitante: Alfredo. Los enamorados se funden en un abrazo en el que todas las pasadas amarguras se han olvidado. Alfredo dice a Violeta que la llevará fuera de París, pero después de estos momentos de intensa alegría, Violeta se siente mal y envio a Annina en busca del médico, dándose cuenta de que su muerte está muy próxima. Entra en escena el padre de Alfredo. Violeta entrega a su amado un medallón, diciéndole que se lo dé a la mujer con la que se una en matrimonio. Annina llega con el médico y todos presencian la súplica de Violeta a Alfredo.
Súbitamente cesa la agitación de la enferma y reviviendo los momentos felices de su amor, Violeta muere.

Regresan los invitados y se disponen a marcharse. Sola, Violeta piensa en Alfredo, preguntándese si el será el amor de su vida. Parece vislumbrar una vida nueva y diferente con él.
Acto II. Para este momento Alfredo y Violeta se han tratado al punto de que Alfredo ha logrado conquistarla, por lo que se instalan juntos en un hotelito cercano a París, en la campiña. Alfredo,

Entra en escena Violeta, que ha recibido una carta de su amiga Flora invitándola a un baile que se celebrará esa misma noche en París. Llega ahora Giorgio Germont, padre de Alfredo, que viene con el intento de acabar con esa relación, sobre todo, porque cree que Violeta está arruinando a su hijo; pero descubre que, por el contrario, es Violeta la que está vendiendo todo lo que posee para mantener a los dos. Giorgio, no obstante, pide a Violeta que se sacrifique, renunciando a Alfredo, para no frustrarse el proyectado matrimonio de la hermana de Alfredo, y que la situación de su hijo es una desgracia para la familia. Así que le pide a Violeta que abandone a su hijo, pero que no le diga por qué lo hace. Ella, al principio, se niega a romper con su amado, pero finalmente, llena de tristeza acepta pidiendo a Germont que diga a su hija que alguien se ha sacrificado por su felicidad.
Violeta escribe una nota a Alfredo, en la que le dice que lo abandona, sin más explicaciones, de tal modo que él pueda pensar lo peor. Germont, cada vez más conmovido por la nobleza de espíritu de Violeta, la abraza como lo haría un padre, después se marcha.
Violeta llama a Annina, y está a punto de entregarle la nota para Alfredo, cuando aparece éste. Violeta le pide que la ame tan apasionadamente como ella le ama a él y se marcha. Alfredo no sabe lo que ha sucedido hasta que un mensajero le hace entrega de una carta en la que Violeta le dice que lo abandona. Lleno de angustia, ve entrar a su padre, que intenta consolarlo y le propone que regrese con él a casa, pero Alfredo sospecha que Violeta se ha marchado con Douphol, su antiguo admirador. Y al ver la carta que Flora envió a Violeta, decide ir a la fiesta, encontrarse con Violeta y tomar venganza.
Al llegar a la fiesta de máscaras en casa de Flora, la cual por cierto está en pleno apogeo, se observan los cómicos disfraces de los invitados, algunos de toreros, otros de gitanos, mientras suena una música apropiada a estos disfraces. De repente entra Alfredo y se une a un grupo de jugadores de cartas. Aparece Violeta, del brazo del barón Douphol. Alfredo, que está ganando en el juego, hace alusiones insultantes que no pueden referirse sino a Violeta. Se produce una gran tensión entre Alfredo y el barón y el duelo parece inevitable.
Sola con Alfredo, Violeta le pide que la deje, por la propia conveniencia de él. Esto hace aumentar la furia de Alfredo, que alcanza su punto culminante cuando ella le dice - sin revelarle la verdad de lo ocurrido - que ama al barón. Alfredo llama a los invitados, insulta a Violeta y les hace testigos -lanzando a Violeta una bolsa con dinero - de que ha pagado totalmente su deuda con ella. Mientras todos los invitados se muestran indignados por la conducta de Alfredo, entra Giorgio Germont y descalifica la acción de su hijo. En el concertante final se oye a la desdichada Violeta afirmando que sigue enamorada de Alfredo.
Acto III. Violeta vive sola con su fiel Annina; está gravemente enferma y apenas tiene dinero para sobrevivir. Se encuentra en cama cuando, muy de mañana, recibe la visita del médico que tranquiliza a la enferma, pero confiesa a Annina que le quedan muy pocas horas de vida.

Por la ventana se escucha el bullicio del carnaval, que se celebra en la calle. Vuelve Annina y da entrada a un visitante: Alfredo. Los enamorados se funden en un abrazo en el que todas las pasadas amarguras se han olvidado. Alfredo dice a Violeta que la llevará fuera de París, pero después de estos momentos de intensa alegría, Violeta se siente mal y envio a Annina en busca del médico, dándose cuenta de que su muerte está muy próxima. Entra en escena el padre de Alfredo. Violeta entrega a su amado un medallón, diciéndole que se lo dé a la mujer con la que se una en matrimonio. Annina llega con el médico y todos presencian la súplica de Violeta a Alfredo.
Súbitamente cesa la agitación de la enferma y reviviendo los momentos felices de su amor, Violeta muere.
Música: Giuseppe Verdi.
Libreto: Francesco Maria Piave
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